Hace tiempo marcha un relevo generacional serio en Grandes Ligas, que promete y exhibe mucha calidad, pero que no han gozado la misma penetración en la conciencia de su generación que tuvieron los héroes surgidos a finales de los 80’s y en los 90’s. ¿Qué de quienes estoy hablando? Aquí van: Bonds, Griffey Jr., Clemens, Randy Johnson, Maddux, Pedro Martínez, Ripken Jr., Alomar, Piazza, Iván Rodríguez, Biggio, Bagwell, Thomas, Sosa, McGwire, Manny, Jeter, Glavine, Smoltz, Schilling, Mariano, Mussina, Thome, Palmeiro, Gwynn, Ozzie Smith, etc. Casi todos con números dignos de Salón de la Fama; siendo los más debatibles Schilling, Mussina, Bagwell, Thome y los señalados por esteroides (si siguen en esa chercha).
Un grupo muy especial son los recién salidos del horno: Wright, Hanley, Howard, Braun, Sizemore, Reyes, Upton, Longoria, Lincecum, Lester, Soria, Mauer, Miguel Cabrera, Fielder, McCann, Markakis, Tulowitzki, Ethier, Kemp, Loney, etc. Todos tienen en común haber sido precoces, es decir comenzar a destacarse de una vez al llegar a las mayores y en los tempranos 20s. A estos les toca dar forma a una nueva era del negocio.
Si analizamos bien, alrededor de casi todos hay un mito o historia de grandeza que a los ojos de la conciencia colectiva hacen infame o profano a cualquiera que trate de compararlos con jugadores más jóvenes que no se llamen Alex Rodríguez, Albert Pujols, o Johan Santana. Para todos hay una característica especial, un poder distintivo, cual si fueran X-Men o miembros de JLA (Liga de la Justicia). Vean! Gwynn: Mr. 300; Mariano: Se acabó el juego; Alomar: un mago en la defensa de 2B; Maddux: el profesor; Bonds vs. Griffey: la eterna discusión del más completo o el swing más dulce; Sammy vs McGwire: inolvidable. Thomas: perenne triple corona; Clemens: El Cohete; Ripken: El caballo de hierro; Iván y Piazza: los mejores catchers defensivo y ofensivo de la historia, respectivamente; y así me puedo pasar la mañana; Biggio y Bagwell: Batman y Robin, The Killer Bees. Reto a hacer lo mismo con los que mencioné en el medio, y le aseguro que se quedará sin municiones, pues aunque son talentosos no evocan tal magia, tal aura. Hago excepción con los recientes, pues falta camino, pero realmente son un grupo muy especial.
No me digan melancólico. Retro lo acepto.
Pero esto no se queda en los jugadores, hasta los dirigentes de los cercanos próximos años serán distintos a los clásicos: Piniella, Torre, La Russa, Cox, Baker, Gaston, Leyland, etc. Los vamos a extrañar! Ellos conectaron mi generación con un baseball que no conoció: más romántico, con menos flashes y medios, y menos egos. En cambio tendremos como los clásicos contemporáneos a: Scioscia, Maddon, Macha, Gardenhire, Guillén, Girardi, González, Acta, etc. ¡Nada mal! Todos tienen en común un juego de baseball de fundamentos y una forma casi psicoanalítica y terapéutica de ganarse el respeto y relacionarse con sus jugadores.
Entiendo que fuera del carisma/ magnetismo que en adición a su calidad tenían las estrellas que van a relevar, el mundo de hoy es muy diferente. Los medios no tienen tiempo, ni espacio (y son más que antes) para sostener la atención de la sociedad en unas pocas personas por mucho tiempo: hay más deportes que cubrir, hay más medios, problemas reales más complejos, periódicos más chicos, existe Internet, etc. Dicho esto, no es que los de ahora son peores atletas, sin embargo alcanzan notoriedad masiva sí y sólo sí, son expuestos aspectos de su vida privada distintos al baseball; los que muchas veces sobrepasan la cobertura de sus méritos deportivos y los reduce de dioses del Olimpo a simples mortales.
Definitivamente la forma de seguir las noticias y generar contenido ha cambiado, a la vez que la sociedad es menos inocente, más complicada y con gustos/intereses muy diferentes a los de antaño. Vean Watchmen y me entenderán un poco; son simplemente tiempos diferentes. The World is Changing!
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