Esta es una crónica muy personal de cómo viví la recién terminada Serie Final entre Gigantes del Cibao y Leones del Escogido.
Con sufrimiento recibí la noticia de que tendría que estar viajando las semanas del 12 al 23 de enero a Puerto Rico y Trinidad & Tobago, por lo cual estaba obligado a seguir la clasificación del Round Robin y el inicio de la Serie Final por Internet.
Luego de los largos y contundentes cuadrangulares de Wilson Betemit, el mismo sabor amargo que sintieron todos los fanáticos escarlatas en el estadio comenzó a invadirme sin poder evitarlo; como pensando: Betemit ha tenido su venganza! Su último jonrón contra Santiago Casilla, apagó al estadio completo que le coreaba “La Beti”. Sin embargo luego vino el error de Wilson Valdez en el 9no, poniendo la mesa para que continuara cumpliéndose la ley de promedio. Esa principio estadístico que expliqué a mi hermano menor esa noche, diciéndole que los Gigantes habían jugado la serie tan bien, sin errores, sin descalabros del relevo, que mantenía la esperanza de que los Leones encendieran el rancho ASAP; en apoyo a esto, Capellán con tres días de descanso y luego Bastardo, amarraron a los leones en la primera parte del juego.
Luego de la agonía del 9no, vino ese hit de Brayan Peña, que lo reivindicó en la serie y devolvió la vida a la grey escarlata presente en el Coloso del Ens. La Fe. Gracias a Brayan casi 700 mil fanáticos rojos* no tuvieron pesadillas con Betemit. En resumen, dejé el Estadio Quisqueya extasiado luego de un final de película en el 11avo inning del juego número 8.
Animado me dirigí a la oficina con la incertidumbre de como vería el juego 9: si en vivo desde San Francisco, en el Linconazo, en pantalla gigante en el Quisqueya o en mi casa. Mi indecisión fue despejada por la insistencia de mi esposa y los contactos de Randy Derek con Tomate para irnos en tour hacia San Francisco. Partimos desde Acrópolis hacia el Quisqueya a eso de las 3:45 p.m. y partimos hacia San Fco. a las 5:30 p.m. En el trayecto crecía la ansiedad por llegar tarde y perdernos el inicio del juego.
Al final llegamos a tiempo para ver saltar a Zambrano del box con el juego 3-0, luego de cuadrangular de Balentien, error de Casilla, y hits empujadores de Alexander Valdez y Joaquín Arias. El Julián Javier cambió de dueño a partir de ese momento, pues la zona de palcos AA, atestada de quienes viajamos a apoyar al Escogido, no paró de gritar y corear. Sin embargo el balance cambiaría de nuevo y los francomacorisanos reclamarían su espacio en el 8vo, con el cuadrangular de Saúl Soto a Nelson Figueroa. Así el estruendo de los Gigantes opacó por primera vez las voces escarlatas, alcanzando su clímax cuando con dos outs atacaron a José Veras y pusieron el juego 3-2, gracias a Yasser Gómez, Lucas Montero y Alexis Casilla.
Aquí vendría el momento de mayor tensión del juego, cuando con dos outs y corredores en primera y segunda, Claudio Galvá entró a enfrentar en un largo turno a Ramón Santiago. Santiago, ex-escogidista, conectó un foul a escasas pulgadas de la línea del left que pudo haber sido un largo doble que empatara o definiera el juego para los Gigantes; fue tal el sufrimiento colectivo provocado por este batazo, que pareció una eternidad entre el momento en que la bola salió del bate de Santiago y cuando Simeón Vásquez decretó foul; el amigo Manuel Acevedo empino su cabeza al cielo y Randy Derek dio un brinco que superó el mío por mucho. Luego con el foul a las manos de Barker se cerraría la agonía, y ya iniciaría el esperado desenlace que llevaba a los Leones a consumar la corona y a mi y todos los fanáticos a disfrutarla.
(continuará…)
Comentarios
Publicar un comentario